Primera B: Magallanes se estanca y queda a un punto de la zona de descenso

Primera B: Magallanes se estanca y queda a un punto de la zona de descenso

Un histórico al borde del abismo

La foto del torneo no engaña: 29 puntos en 25 fechas, balance de 7 victorias, 8 empates y 10 derrotas, 24 goles a favor y 27 en contra. Con esos números, Magallanes transita por la cuerda floja en la Primera B 2025. Hoy mira de reojo la zona roja: está a un punto del puesto de promoción y a cinco del descenso directo. El margen es mínimo y cualquier tropiezo lo puede dejar atrapado en la parte más pesada de la tabla.

Arriba, Universidad de Concepción comanda con 43 puntos tras 25 partidos. La distancia con los punteros es de 14 puntos, una brecha que ya no se mide con discursos, sino con hechos sobre el césped. Abajo, Curicó Unido cierra con 24 y, justo por encima, Santa Cruz y Unión San Felipe aprietan con 28. Santiago Morning se mueve en el mismo bloque que los carabeleros, con 29. Es una caldera: cuatro o cinco clubes separados por un par de puntos.

El -3 de diferencia de gol explica parte del presente. El equipo convierte menos de lo que concede (0,96 a favor y 1,08 en contra por partido). No es una sangría, pero sí una gotera constante: detalles que se repiten. Un córner mal defendido, un balón parado que se suelta, un cierre de partido sin controlar. Así se escapan empates que eran triunfos, o derrotas que parecían evitables.

La irregularidad marcó las últimas jornadas. Cuando encadena una actuación sólida, al siguiente fin de semana se desinfla. Falta colmillo en las áreas: arriba cuesta finalizar y atrás, en los últimos 15 minutos, se paga caro cualquier desconexión. El libreto del cuerpo técnico apunta a un equipo corto y agresivo tras pérdida, pero si la presión no sale en bloque, el rival encuentra líneas de pase y castiga.

Hay otro punto fino: la pelota quieta. El balance defensivo en tiros libres y saques de esquina viene siendo un talón de Aquiles. En este tramo final, cada balón detenido es media ocasión. Y al otro lado, los centros laterales no están encontrando rematador limpio. Sin gol, no hay aire.

Magallanes, al límite

Dueño de una historia centenaria y reciente montaña rusa, el club pasó de levantar la Primera B y la Copa Chile 2022 a vivir un 2023 durísimo en la élite y caer de nuevo al ascenso. Esa resaca no es menor: plantel reconfigurado, presupuesto más medido y apremio deportivo. La hinchada empuja, pero el torneo no espera: quedan pocas fechas y la tabla castiga cada distracción.

El contexto no ayuda en lo mental. Jugar con el agua al cuello tensiona cualquier plan. Si no llega un gol temprano, crece la ansiedad; si aparece un error, el equipo se encoge. El desafío es emocional y táctico a la vez: sostener la estructura, mejorar la toma de decisiones en tres cuartos y, sobre todo, blindar los últimos minutos.

Quedan cinco jornadas y el calendario combina duelos directos por la permanencia con uno o dos cruces ante equipos de la mitad alta. No hay margen para guardar nada. Los partidos ante rivales de la zona baja valen doble: son puntos propios y, además, recortan oxígeno a los de al lado. Ahí estará la llave.

La salvación, mirando cortes de campañas recientes, se movió entre 33 y 36 puntos. Con 29 en el bolsillo, el mapa es claro: dos triunfos y un par de empates dejarían a los carabeleros en una zona razonable; una sola victoria obliga a rascar unidades fuera de libreto. El promedio es estrecho y no alcanzan los empates si los de abajo aceleran.

El desempate puede jugar su papel. La diferencia de gol hoy está en -3, y en cierres apretados define posiciones. Traducido: evitar goleadas es tan clave como ganar por la mínima. Si se compite cada balón y se reduce el margen de error, ese “medio punto” escondido en el average termina valiendo.

¿Qué pide el libreto para cambiar la dinámica ya? Tres cosas muy concretas:

  • Subir el volumen de remates en el área rival: más centros rasantes y segundas jugadas.
  • Cerrar el bloque bajo en los últimos 15 minutos: líneas juntas y menos faltas cerca del arco.
  • Maximizar la pelota parada: roles claros en marcas y una jugada ensayada por tiempo de partido.

El vestuario necesita referentes en la cancha que ordenen sin pelota y ofrezcan pausa cuando el partido se parte. Ese liderazgo, más una rotación quirúrgica que mantenga piernas frescas en bandas, puede inclinar detalles. El fútbol de la B es eso: detalles.

La dirigencia, por su parte, debe blindar el día a día. Cero ruido extra. Premios por objetivos claros para el tramo final, logística afilada y respaldo al cuerpo técnico. Ya habrá tiempo para balances; ahora, la permanencia es el único KPI que importa.

La hora es ahora: cada pelota dividida y cada despeje cuentan. La tabla aprieta, los rivales no aflojan y el calendario no perdona. Si el equipo ajusta las áreas y convierte sus momentos fuertes en goles, tendrá oxígeno. Si vuelve a regalar detalles, la zona roja dejará de ser una amenaza y se convertirá en dirección obligada.

Exequiel Morales Labarca

Soy periodista especializado en noticias diarias y me apasiona escribir sobre la actualidad en Chile. Trabajar en medios de comunicación me ha permitido estar siempre informado y compartir esa información con los demás. Mis artículos se centran en ofrecer una visión clara y precisa de los acontecimientos del día a día.

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